Por Adriana Trujillo
Latinoamérica es una región diversa tanto en su geografía, clima, cultura, como en sus estructuras políticas, sistemas educativos y, por ende, los recursos destinados a la investigación. De hecho, una característica general es que, la mayoría de los países latinoamericanos destinan pocos recursos a la investigación en salud mental, lo cual dificulta el desarrollo de estudios destinados al diseño e implementación de estrategias de intervención con apoyo empírico y que además se encuentren ajustadas a las necesidades específicas de cada población.
Este último aspecto, el relacionado con la adaptación cultural es especialmente relevante, ya que muchas de las intervenciones propuestas y utilizadas en protocolos de actuación clínica, carecen de ajustes específicos con lo que el respaldo empírico que las soporta podría quedar en entredicho. Y es que, al menos en Colombia, la utilización de terapias empíricamente validadas, fundamentada en el paradigma de la Práctica Basada en la Evidencia, es una característica que se asocia a los buenos terapeutas y las buenas psicoterapias, dando la sensación de que la psicología debe hacerse desde el manual de intervención y el desarrollo de guías de atención que se acumulan en los repositorios de las principales Facultades de Psicología.
Valdría la pena saber si los partidarios más entusiastas de las terapias empíricamente validadas conocen también sobre sus limitaciones en la validez externa, en la capacidad de aplicar las intervenciones de la misma manera que se proponen y se prueban en los ensayos controlados aleatorizados y que, además sería deseable probar su eficacia en la población en la que se aplica antes de dar por seguro sus posibles resultados.
Bajo un contexto limitado en recursos para este tipo de estudios, valdría la pena incorporar al panorama de la investigación en psicoterapia el paradigma basado en el estudio de la efectividad de la terapia psicológica. La perspectiva de la Evidencia Basada en la Práctica cambia el foco y pretende entender qué, cómo y para quién funciona determinado tipo de intervenciones estudiando el contexto natural en el que los tratamientos tienen lugar.
Así pues, los centros de atención psicológica universitaria, las Instituciones Prestadoras de Servicios, las fundaciones y ONG’s que atienden dificultades en salud mental, y un largo etcétera podrían verse beneficiados desde este tipo de aproximación. En estos contextos naturalistas de atención en salud mental no suelen aplicarse condiciones de exclusión a las personas que requieren de atención, tampoco se aleatorizan los tratamientos y en muchos casos no es viable la utilización rigurosa de manuales de intervención.
¿Qué se requiere entonces?
La fortaleza, como casi en todo lo que implica investigar, reside en la recolección de datos. Para trabajar sobre la efectividad se requiere involucrar a los pacientes que van llegando a los centros de atención mediante las rutas habituales, a los profesionales que suelen atender en estos lugares y en ellos visualizar su propia heterogeneidad, siendo la estadística la responsable de encontrar las relaciones entre todas las posibles variables que en el marco de la investigación naturalista puede tener lugar.
Adicionalmente, esta recolección amplia y sistemática de información provee de diversas ventajas para el centro, los profesionales, los pacientes y los investigadores. La oportunidad de tener un feedback directo del funcionamiento de la psicoterapia permite el avance y la mejora de los tratamientos, la evaluación de los centros, la conexión entre la práctica y la investigación, disminuyendo la brecha que tradicionalmente ha existido entre los diferentes actores interesados en lo que sucede al interior de la psicoterapia y la explicación de los resultados de esta.
En este sentido, la utilización de estrategias de evaluación de resultados de la psicoterapia es especialmente relevante, ya que facilita la consecución de estos objetivos a la vez que unifica el tipo de datos recolectados, lo cual suma a la comparación de datos que entre diferentes centros de atención pueda ocurrir. Como no podría ser de otra manera, el CORE-OM se adapta perfectamente a este tipo de contextos, tanto por su popularidad, las diversas formas de aplicación, las facilidades de acceso y su modelo panteórico y pandiagnóstico.
Finalmente, desde una perspectiva amplia, que la investigación se “cuele” en los ámbitos de atención en salud mental nos permitirá ver el panorama con detalle y además nos permitirá conformar y hacer parte de Redes de Investigación orientadas por la Práctica, en las que se unen los esfuerzos de investigadores y clínicos por mejorar la calidad de la psicoterapia en las que los países del cono sur nos llevan ventaja, pero que a través de ellas podemos aprender de su experiencia y jalonar las limitaciones a través de proyectos colaborativos.
En conclusión, las desigualdades económicas y sociales son evidentes dentro de cada uno de los países y entre los diferentes países de la región, por eso, promover la creación de evidencia cooperativa, ofreciendo medidas de resultado gratuitas y con resultados de acceso libre a través de las Redes de Investigación Práctica, permitirá mayor acceso al conocimiento sobre la práctica clínica y la investigación en psicoterapia en Latinoamérica.
Una revisión más amplia de los temas tratados anteriormente se encuentra en el artículo: “Evidencia basada en la práctica en psicoterapia: el reto en Latinoamérica” publicado en la revista CES Psicología.